Una licencia de software es un contrato que estipula los términos y las condiciones según las cuales puede utilizarse un programa informático. La licencia dispone la cesión de algunos de los derechos del licenciante (el titular del software) al licenciatario (el usuario consumidor del mismo). En función de las limitaciones impuestas por el titular sobre el consumidor acerca del uso que éste puede hacer del programa, podemos distinguir dos tipos de software: el software propietario o privativo, y el software libre o de código abierto. Comentamos sus diferencias y proponemos algunos ejemplos a continuación.
El licenciante de una licencia de software es el titular de los derechos de explotación y distribución del programa. Puede tratarse del autor (el individuo o conjunto de individuos que ha desarrollado el software) o de una empresa. En pequeños proyectos informáticos, el licenciante suele ser el propio autor, mientras que las grandes aplicaciones cuentan con un equipo de desarrolladores que suele trabajar para una determinada empresa (Microsoft, Apple, Adobe, Google...). El licenciatario es el usuario final al que se dirige el programa informático, bien sea una persona a título particular, un profesional, una empresa, una institución educativa o gubernamental, u otros.
Las licencias de software determinan cómo puede utilizarse una aplicación informática y especifican, entre otras cosas, la posible cesión de determinados derechos (usos, copias, distribución, modificación...), el plazo de cesión de dichos derechos (por un tiempo limitado o indefinido), el ámbito geográfico de validez del contrato (para todo el mundo o una región concreta), los límites en la responsabilidad por fallos en el programa o por daños producidos por éste (renuncia a reclamaciones), las condiciones bajo las cuales se ofrecen actualizaciones y/o soporte técnico, etc.
Según su licencia y la cantidad de limitaciones que ésta asigna al usuario, los programas informáticos pueden dividirse en dos grandes grupos: el llamado software propietario o privativo, y el software libre o de código abierto. Enumeramos sus características a continuación.
Software propietario o privativo
Denominamos software propietario (del inglés proprietary software) a todos aquellos programas informáticos que son distribuidos bajo licencias que podemos clasificar como restrictivas (por ejemplo, aquellos sujetos a copyright y/o sistema de patentes), ya que limitan en gran medida los derechos del usuario en relación al software. Este tipo de programas suelen establecer, en sus términos de uso, las siguientes condiciones:
- Se permite el uso del programa sólo para los fines establecidos: Si el usuario ha adquirido una licencia para uso personal, no puede instalar el programa en su empresa o en su centro educativo. Algunos fabricantes de software proporcionan soluciones específicas para este tipo de finalidades (es el caso, por ejemplo, de Microsoft Office, que dispone de versiones para particulares y para empresas).
- No se permite la creación de copias del programa: El usuario no puede instalar el programa en su ordenador de sobremesa y en su portátil, ya que estaría realizando una copia no autorizada del mismo. Para cubrir estas necesidades, algunos proveedores de software comercializan productos multi-licencia (es el caso, por ejemplo, de algunos programas antivirus).
- No se permite la distribución de copias del programa: El usuario no puede prestar el programa a familiares, amigos o compañeros de estudios o de trabajo, ni tampoco compartirlo a través de Internet, redes P2P o similares.
- No se permite la modificación del programa: El usuario no puede modificar el código fuente del programa para, por ejemplo, corregir posibles errores, solucionar problemas de seguridad o realizar mejoras en el mismo.
Al software propietario también se le denomina software privativo, puesto que priva de algunos derechos a sus usuarios, o software de código cerrado, ya que no permite el acceso de los usuarios a su código fuente.
La mayoría de este tipo de programas se distribuyen tanto a través de Internet (por ejemplo, en el sitio web oficial del fabricante de software) como en establecimientos comerciales (tiendas de informática, grandes superficies...), y suelen desarrollarse con fines lucrativos, es decir, el usuario está obligado a pagar un determinado precio para poder adquirir la licencia de software que le permita utilizar el programa. Si bien es cierto que hay numerosas excepciones.
Precisamente, en función del método de comercialización del software, podemos clasificar a los programas propietarios en cuatro grupos:
Freeware
Freeware es aquel software propietario que se ofrece de forma completamente gratuita. En este caso, el usuario suele tener permiso para realizar copias del programa y para distribuirlo libremente. Google Chrome y Picasa son dos ejemplos de freeware. Cabe notar que algunas de estas aplicaciones incluyen anuncios publicitarios en su interfaz a modo de compensación económica por su uso (por ejemplo, la versión gratuita de Spotify).
Shareware
Shareware se refiere a aquellos programas propietarios de pago que ofrecen versiones gratuitas limitadas de los mismos. Estas versiones (a veces denominadas lite en inglés) tienen algunas de las funcionalidades del programa restringidas (por ejemplo, se excluyen algunas extensiones de archivo, o se incorpora una marca de agua en los trabajos resultantes). Si el usuario quiere acceder a todas las opciones deberá adquirir la licencia (de pago) del programa completo. WinRAR y GoldWave son dos ejemplos de shareware.
Demo o Trial
En la categoría demo o trial se incluyen todos los programas propietarios de pago que ofrecen al usuario versiones gratuitas de prueba o evaluación del mismo durante un tiempo limitado (generalmente, entre 15 y 30 días, aunque el período varía en función de la aplicación). Cuando el plazo se agota, el programa deja de ser funcional y el usuario se ve obligado a desinstalarlo o a adquirir su licencia si quiere seguir usándolo. Adobe Photoshop y Camtasia son dos ejemplos de programas que ofrecen demos o trials.
Warez
Warez es el término que se aplica a los programas propietarios de pago que han sido modificados ilegalmente para poder ser utilizados por los usuarios de forma gratuita y sin limitaciones. Es lo que conocemos comúnmente con el nombre de programas pirata. Cabe notar que estas aplicaciones no sólo son ilegales (ya que sus creadores están infringiendo el acuerdo de licencia de las mismas), sino que también pueden conllevar riesgos para la seguridad de los sistemas informáticos de sus usuarios (por la posible inclusión de malware en las mismas).
Software libre o de código abierto
Denominamos software libre (del inglés free software) a todos aquellos programas informáticos que son distribuidos bajo licencias que podemos clasificar como no restrictivas, ya que no limitan los derechos del usuario en relación al software. Según la Free Software Fundation (FSF), las cuatro libertades que este tipo de programas deben garantizar son:
- La libertad de usar el programa con cualquier propósito o finalidad.
- La libertad de estudiar cómo funciona el programa y modificarlo para adaptarlo a las necesidades de cada usuario.
- La libertad de distribuir copias del programa a todos aquellos usuarios a los que les pueda resultar de utilidad.
- La libertad de mejorar el programa y hacer públicas dichas mejoras para que toda la comunidad pueda beneficiarse de las mismas.
Al software libre también se le denomina software de código abierto (del inglés open source), ya que permite el acceso de los usuarios a su código fuente, hecho necesario para poder cumplir con dos de las libertades antes mencionadas: la de estudio y la de mejora. El término "de código abierto" lo propuso la Open Source Initiative (OSI) para evitar las confusiones derivadas del nombre en inglés del software libre (free puede significar tanto libre como gratuito). La OSI tiene su propio decálogo de condiciones que deben cumplir los programas de código abierto para ser considerados como tal.
El software libre se distribuye principalmente a través de Internet y es mayoritariamente gratuito. Aunque hay excepciones: por ejemplo, algunas distribuciones del sistema operativo libre GNU/Linux se pueden adquirir por un precio determinado ya grabadas en un CD o en un DVD. A pesar de ésto, el software libre se sustenta fundamentalmente de donaciones y patrocinios, así como de la oferta de servicios adicionales como la instalación, personalización y/o soporte técnico del mismo.
Algunos ejemplos de software libre serían el navegador web Mozilla Firefox, el paquete de ofimática LibreOffice, el programa de manipulación de imágenes Gimp, o el reproductor de archivos multimedia VLC Media Player.
El software libre utiliza una gran variedad de licencias (en el siguiente enlace, podéis consultar una extensa lista comentada de las mismas). Según el grado de restricciones que aplican a las posibles modificaciones y obras derivadas del programa original en el que éstas se basan, podemos clasificarlas en tres grupos:
Licencias de software libre robustas fuertes
Estas licencias contienen una cláusula que obliga a que las modificaciones y obras derivadas que se realicen del software original se deban licenciar bajo los mismos términos y condiciones de la licencia original. En este grupo se encontraría, entre otras, la Licencia Pública General de GNU, más conocida por sus siglas en inglés GNU GPL. Según la Wikipedia, se estima que un 60% de programas libres utiliza esta licencia.
Licencias de software libre robustas débiles
Estas licencias contienen una cláusula que obliga a que las modificaciones que se realicen al software original se deban licenciar bajo los mismos términos y condiciones de la licencia original, pero que las obras derivadas que se puedan crear a partir de él puedan ser licenciadas bajo otros términos y condiciones distintas. En este grupo se encontrarían, entre otras, la Licencia Pública General Reducida de GNU (GNU LGPL) y la Licencia Pública de Mozilla (MPL).
Licencias de software libre permisivas
Estas licencias no especifican ninguna obligatoriedad respecto a la licencia bajo la cual se deben distribuir las modificaciones y las obras derivadas del software original; por tanto, se pueden licenciar bajo los términos y las condiciones que su autor desee. En este grupo se encontraría, entre otras, la Licencia de Distribución de Software Berkeley (BSD).
Cabe notar que, cuando hablamos de modificaciones, nos referimos a variaciones que se han realizado sobre un mismo programa; mientras que, cuando hablamos de obras derivadas, nos referimos a nuevos programas que se han basado, en mayor o menor medida, en otros programas existentes. En cualquier caso, es una distinción que afecta a los desarrolladores y no a los usuarios consumidores del software. Para estos últimos, el uso de una u otra licencia de software libre es indiferente, ya que sus derechos están garantizados en todas ellas.
Conclusión
El uso de software propietario o de software libre depende de las necesidades concretas de cada usuario, de sus preferencias personales y, en el caso de los programas de pago, de su presupuesto. Si bien es cierto que en el ámbito profesional y empresarial se sigue utilizando mayoritariamente software propietario, en los ámbitos educativos y gubernamentales se está apostando cada vez más por el software libre.
La mayoría de sitios web están desarrollados con software libre (desde gestores de contenido como WordPress hasta servidores HTTP como Apache). El sistema operativo para dispositivos móviles Android es también un proyecto de código abierto basado en el núcleo de Linux. Por lo tanto, es muy probable que muchas personas sean ya usuarias de software libre sin quizá haberse percatado de ello. En cualquier caso, se trata de una alternativa que merece la pena como mínimo valorar.
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